Una solitaria paloma mensajera vuela sobre la
ciudad. Así comienza Perro fantasma: el camino del samurai (1999), película escrita y dirigida por el cineasta
independiente estadounidense Jim Jarmusch y protagonizada por Forest Whitaker
en el papel de un moderno samurai en las calles de una ciudad
estadounidense. Perro fantasma es un
asesino a sueldo de la mafia que sigue los preceptos de los samurais del
antiguo Japón, y por esto mismo esta unido indisolublemente a Loui (John Tormey), un integrante de la mafia que
le salvó la vida en su adolescencia. Sin embargo uno de los trabajos no sale
bien y la situación se sale de control.
Es un homenaje del director a la película El silencio
de un hombre (Le samourai) de 1967, dirigida por Jean Pierre Melville e
interpretada por Alain Delón que marcó un hito en el cine negro.
La ajustada interpretación de Forest Whitaker, oscar al mejor actor 2006 por su
interpretación del dictador ugandés Idi Amin en El último rey de Escocia, hace
creíble lo inconcebible: un joven negro de un suburbio negro de los Estado
Unidos devenido en samurai. Como llegó a
convertirse no lo sabemos, pero sin dudas sigue todas las reglas y preceptos de
un guerrero samurai hasta el final. Por
otra parte Jim Jarmusch coloca los personajes secundarios justos e
imprescindibles que completan la historia: un heladero haitiano (Isaac de
Bankolé) que se comunica con Perro fantasma sin saber una palabra de inglés,
una niña (Camille Winbush) que charla de literatura con él, Loui su salvador y
señor hasta el final, un grupo de mafiosos con todos sus cliches y prejuicios y
poco más. Y para darle el broche de oro
banda sonora producida por RZA (Robert Fitzgerald Diggs) rapero, productor
musical y actor estadounidense que se despacha con ritmos de hip hop, blues y
soul sin desentonar ni un poquito con la propuesta cinematográfica.